El enigma del glaciar colorido

A 2.700 kilómetros al sur de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en un mar azul profundo, flota a la deriva un hielo único, pintado por la naturaleza de colores inverosímiles que asombran a todos los que lo han visto. ¿Es un truco? En absoluto. Básicamente es tiempo. Los icebergs son los libros en los que se escribe el clima de nuestro planeta. A lo largo de milenios, millones de páginas blancas (nieve virgen) se gestan en el hielo glacial y los eventos climáticos (erupciones, concentraciones de gases en la atmósfera, etc.) escriben con tinta indeleble en ellas.



A veces, el hielo fluye hacia la costa, se desprende de su “encuadernamiento” terrestre y se interna mar adentro. Allí, el agua de mar, muy diferente de la que forma el glaciar, interactúa con este aportándole minerales y materia orgánica que se congelan al contacto con el hielo a menudo siguiendo los patrones de las corrientes oceánicas, dibujando colores y texturas diferentes. Luego las olas y el viento darán los toques finales a la obra maestra.

A estas tonalidades se les agrega el color natural de los glaciares que, generalmente va de un tono blanco en los más recientes a uno azulado en los “ancianos”. Esto también tiene una explicación. Cuando la nieve virgen comienza a acumularse, su superficie refleja toda la luz solar que le llega y a luz blanca es la suma de todos los colores. Pero cuando se van acumulando capas y capas, las burbujas de aire que quedaron atrapadas se reducen y la luz amarilla o roja (con menos energía) penetra menos, en cambio la azul, atraviesa el hielo y se hace visible. De ahí que, otra vez generalmente, cuanto más edad tiene un glaciar, más destacada será su tonalidad azul.

Aún así, creo que ni en toda la edad del universo, los glaciares podrán mostrar diseños como el siguiente…




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